¿A QUIÉN FAVORECE NUESTRA PEREZA MENTAL?
No sé si la cosa es por falta de tiempo o por simple comodidad, yo me inclino por lo segundo, pues los humanos parece que tengamos una cierta propensión a lo cómodo; aunque las culpas siempre se las echemos a la falta de ese tiempo que tan a menudo desperdiciamos.
El éxito de las marcas podría venir dado, al menos inicialmente, por esa devoción a la ley del mínimo esfuerzo, aunque luego su magnitud y tendencia podían marcarlas los componentes de pijismo personal de cada cual.
Es obvio que cada marca tiene su propia simbología y hasta su propia expresión semántica: no significa lo mismo una prenda con animalito en el pecho que otra con la marca más discreta y exclusiva, sólo reconocible para un pequeño grupo de iniciados. De la misma manera, no tiene el mismo significado la presencia de un perisodáctilo similar al que cabalgaba D. Quijote, en la parte delantera de un vehículo, que la aparición del que montaba su fiel escudero, en la parte posterior de otro. En el primer caso denotará exclusivismo, mientras que en el segundo adocenamiento aceptado.
En todo caso, parece que el lenguaje de los símbolos va ganándole terreno al del discurso más racionalizado: que se lo digan, si no, a George Lakoff o a su contratador D. ZP, siempre tan amigo de las gestualidades. (Por cierto, ¿conseguirá Lakoff que su contratador deje de pensar en elefantes?)
No sé si la cosa es por falta de tiempo o por simple comodidad, yo me inclino por lo segundo, pues los humanos parece que tengamos una cierta propensión a lo cómodo; aunque las culpas siempre se las echemos a la falta de ese tiempo que tan a menudo desperdiciamos.
El éxito de las marcas podría venir dado, al menos inicialmente, por esa devoción a la ley del mínimo esfuerzo, aunque luego su magnitud y tendencia podían marcarlas los componentes de pijismo personal de cada cual.
Es obvio que cada marca tiene su propia simbología y hasta su propia expresión semántica: no significa lo mismo una prenda con animalito en el pecho que otra con la marca más discreta y exclusiva, sólo reconocible para un pequeño grupo de iniciados. De la misma manera, no tiene el mismo significado la presencia de un perisodáctilo similar al que cabalgaba D. Quijote, en la parte delantera de un vehículo, que la aparición del que montaba su fiel escudero, en la parte posterior de otro. En el primer caso denotará exclusivismo, mientras que en el segundo adocenamiento aceptado.
En todo caso, parece que el lenguaje de los símbolos va ganándole terreno al del discurso más racionalizado: que se lo digan, si no, a George Lakoff o a su contratador D. ZP, siempre tan amigo de las gestualidades. (Por cierto, ¿conseguirá Lakoff que su contratador deje de pensar en elefantes?)
2 comentarios:
¿Un cavallino rampante en el frontispicio del capó de un coche frente a un "guarà" en la trasera?
Uno forma parte de un círculo exclusivo y el otro forma parte del redil.
Hay diferencia ¿no?... Pero la perversión del lenguaje -usando cierto lenguaje, por cierto- parece que los iguale.
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