jueves, 6 de marzo de 2008

ZP Y EL ARTE

ZAPATERO, A TUS ZAPATOS


Una de las características que mejor define al ser humano -si no la que más- es su capacidad artística. Al menos, eso le parece a quien escribe, que toma como suya la definición de arte como: “Todo lo que es capaz de hacer el ser humano en contraposición a lo natural”.

Me gusta esta definición porque da la misma consideración a cualquier forma artística, sin diferenciar arte con mayúscula y arte con minúscula: ¿Alguien sabría decir si es más importante para la Humanidad el descubrimiento de la rueda que el de la perspectiva? (Que nadie se precipite en responder).

Seguramente, todas las manifestaciones artísticas tienen la misma finalidad (concretarse en una palabra); sin embargo por alguna extraña razón, que ahora obviaré, aquellas que hemos dado en escribir con mayúscula y que se destinan la expresión de lo bello, a lo largo del tiempo, han ido envolviéndose de una especie de categoría superior, y también sus ejecutores. Todo ello a pesar de la sumisión a la que han tenido someterse históricamente los artistas, tanto al poder de la Iglesia como al de las monarquías, o a cualquier otra forma de poder. Sólo recientemente, desde hace un par de siglos, había encontrado otro vía para desarrollarse; una vía más “democrática”, que permitía mayor libertad personal y de ejecución a los artistas.

Pero, aun habiendo logrado esas cotas de libertad, el arte siempre ha sido perseguido y utilizado por el poder que, independientemente de su ideología, ha intentado dominarlo en cualquiera de sus manifestaciones. Pongamos por ejemplo al utilización del arte de Leni Riefensttahl por los nazis, o el de Javier Mariscal por parte de Maragall, para proyectar una imagen postmodernista a la Barcelona olímpica, cuando era alcalde.

Todo ello, hasta cierto punto es aceptable, lo que no lo es, ni tiene parangón, es la utilización que está haciendo ahora ZP de los “artistas”: El arte es algo tan importante para la Humanidad, que no permite frivolidades, ni aun en los momentos electorales.

Me he resistido a utilizar la frase, por recurrente, durante toda la legislatura, pero ahora no puedo evitarlo: ¡ZAPATERO, A TUS ZAPATOS!

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