No le falta razón a quien dicen que la infancia es la patria de cada persona. Y si a alguien puede parecerle esta metáfora excesiva, que use la que crea conveniente, porque supongo que la idea habrá quedado suficientemente clara; en realidad, parece que tenemos un segundo cordón umbilical, que nos une a nuestros primeros años durante el resto de la vida.
Así lo sentía yo, mientras paseaba por aquella pequeña calleja preñada de recuerdos olvidados o modificados por una y mil patinas temporales: caminaba despacio, intentando recuperar cualquier recuerdo de aquella infancia ya lejana: “aquí vivía Rafa… y aquí el otro Rafa… ¡eh, que me he pasado!”, yo vivía antes del segundo Rafa… pero no reconocí ninguna casa como la mía… Crucé el estrecha calle para, desde la otra acera, ampliar mi visión y, en el mismo momento en que tocaba con mi espalda el edificio de enfrente, como si un recuerdo me hubiese picado con su aguijón, me volví para confirmar mi evocación… sí, aquí tiene que estar la joyería de mis tíos… (pero no, de la joyería no quedaba ni rastro: una tienda de material informático)… Claro, el tiempo pasa… Si allí vivía Rafa y en ésta el otro Rafa… la del medio, la de después de donde debía de estar la mía, en aquella de la puerta grande es donde vivía Salomé… … …
¡Salomé!, cuánto tiempo sin acordarme de ella. Salomé, ¡qué recuerdos! Quizá porque lo que huele a prohibido huele a gloria: Salomé tenía ese tipo de aromas: a prohibido y a gloria: a prohibido porque, por algo que nunca he llegado a saber, nuestras familias estaban enfrentadas de antiguo y a nosotros no se nos permitía ser amigos, por lo que nos solíamos ver de manera secreta en el último piso de alguno de nuestros edificios, o incluso de otros de la vecindad, en el rellano de acceso a la azotea; supongo, pues, que cualquiera podrá haber adivinado porqué su recuerdo me sigue evocando el otro olor al que me refería: el de gloria.
De aquel barrio me trasladé con muy pocos años. Volví en contadas ocasiones, durante el tiempo en que seguí en la ciudad. Luego, un poco después de la adolescencia cambié de ciudad e, incluso, posteriormente de país.
Pero en el ínterin ese, desde que dejé la calle de mi infancia hasta que me fui de mi ciudad natal, la vida se mostró exuberante, como a cualquier jovenzuelo que se precie: comenzó todo aquello del ligoteo, y para su mejor ejercicio, la ida a los diferentes locales de baile de la urbe. En uno de ellos, una chica me sacó a bailar, lo que me sorprendió sobremanera, ya que no era corriente y, además, la joven era de una belleza tan espectacular que aún lo hacía más increíble. Habían pasado los años suficientes para que los cambios propios de la adolescencia hubieran producido aquella espectacular metamorfosis en la muchacha que no tardé en reconocer, pues al toparme con su mirada azul, de un azul límpido único, que no se cómo definir, por lo que lo nombraré como color “azul celeste-cielo”, me di cuenta de que era mi vedada amiga de la infancia: Salomé.
Bailamos… es decir, no paramos de bailar en toda la tarde; pero a bailar, bailar… porque comenzamos con un baile suelto, al que le siguió otro agarrado y otro, y otro, no separamos ya nuestros cuerpos, cuerpo contra cuerpo, independientemente de si las músicas eran lentas o movidas… ni siquiera el tiempo entre una canción y la siguiente impedía nuestra unión: no podía ser de otra manera: su cabello abundante y sedoso desprendía tal cantidad de feromonas que hacía imposible que me separarse de aquel cuerpo recién estrenado de mujer; feromonas que llegaron a embriagarme de tal manera, que perdí todo contacto con otra realidad que no fuese ella. Ni el tiempo ni los amigos con los que había asistido parecían existir, sólo ella y yo en un giro eterno; tanto es así que ni recordaba al día siguiente, ni siquiera lo he logrado con el paso del tiempo, cómo llegamos al último rellano de algún edificio vecino, y allí, sin hablar, rememoramos los mejores momentos que pasamos juntos en nuestra infancia.
Intenté repetir tan agradable experiencia, pero no nos habíamos dado el teléfono ni ningún otro dato que nos permitiese quedar en otra ocasión. Volví alguna vez por aquel local donde nos reencontramos. No hubo suerte. Al tiempo, mi traslado; mis traslados… y hasta hoy.
Ni me había llegado a percatar de que había comenzado a llover; sólo hizo que abandonase mi ensimismamiento cuando a mis espaldas, una voz pronunció mi nombre:
- ¡Rafa!
Me giré y vi una señora, que no reconocí hasta ver aquellos inconfundibles ojos color “azul celeste-cielo”: Era sin duda Salomé. Iba acompañada de una persona que se había cubierto con una capucha, para protegerse de la lluvia.
- ¡Salomé, qué alegria! ¡Cuánto tiempo!- acerté a decir.
- Que lo digas Rafa, 18 años… toda una vida…
- ¿Cómo es posible que lo recuerdes con tanta precisión, si después de nuestra infancia sólo nos vimos en una ocasión, a pesar que volví por aquel local en muchas ocasiones?
- ¿Qué cómo es posible?...
La persona que le acompañaba alzó la cabeza en ese momento, dejando ver sus facciones. ¡Joder! Diríase que el tiempo se había detenido, de no ser que Salomé, aunque estupendamente, había envejecido algo, pero seguía haciendo honor a la evocación a la que, por una parte, nos lleva su nombre bíblico: lo otro que sugiere ese nombre de Salomé, lo estaba yo sintiendo en ese momento.
Fin
25 comentarios:
Vaya,Salomé tenía un recuerdo excelente de aquel baile, un recuerdo humano jejeje .
Bonita historia , a veces hay alguien que nos recuerda tal como éramos, eso es verdad; eso me recuerda una cosa que me pasó el otro día... mm...cuando vuelva al blog, lo contaré.
Besos, Juan .
No me digas, REYES, que tú también andas por las azoteas... ¡a estas alturas! ... ... ...
Quién podría olvidar a alguien llamada Salomé? Y el reencuentro con aquellos ojos azul-celeste avivan el recuerdo de esa danza de movimiento perpetuo...
Me encantó tu historia.
BBesos
Gracias, BB... BB ... BBesos
Me chiflan los chicos que bailan, así que entiendo a Salomé, que se acordara y todo eso.
Dicen que las chicas recordamos la parte "romántica" de los encuentros pasados y los chicos la sexual o nada. No estoy de acuerdo, como siempre (el caso es llevar la contra).
En cualquier caso, qué más da. La vida son dos días y hay que vivirlos.
Yo una vez me reencontré con un niño que andaba tras de mi en la infancia. Yo le recordaba perfectamente (no había cambiado mucho) pero él a mi no y cuando le dije quien era (me entró sin saber que era aquella niña a la que invitaba a subir en los coches de choque) quedó bastante flaseado.
Yo creo que pensó que era una "señal" o algo así.
Nuestro reencuentro se produjo cuando contábamos 19 o 20 años y fue bastante salvaje. Muy poco romántico, para qué nos vamos a engañar.
En realidad descubrí que el tipo era un racista de tomo y lomo (un hombre como dios manda decía él) y no volví a quedar con él, pero lo pasamos bien.
Años después, yo andaba buscando piso con mi ex (qué tiempos, aún se podían mirar pisos para comprar) y al entrar en una inmobiliaria vi al tipo en cuestión. Era comercial. Joder qué marrón. Salí pitando y mi ex detrás ¿qué pasa? jajaja
Yo solo acerté a decir "que ese tipo me ha visto en pelotas, vámonos" jajaja
Jodr, no sé porqué he metido todo este rollo.
Estoy fatal.
Muy señores, una historia estupenda la de Rafa y Salomé.
Ves como si puedes no escribir de política? (esto es por el comentario que hiciste una vez en el blog de Reyes, creo).
A mi también me cuesta quedarme al márgen de lo que está cayendo, pero a veces hay que evadirse un poco.
Un abrazo.
Que bonitoooo!!!. Me recuerda a otra historia que nos contaste de cierta terraza de París. Que bonitos son los reencuentros con las personas que significaron algo en nuestra vida.
Besos. Como ves, no olvido a mis amigos. Aunque venga de tarde en tarde. Os echo mucho de menos.
No se si he terminado de entender la entrada, me parece que en el rellano de la escalera dejaste algo que ha crecido...
Espero, SUE, que también te caigamos bien los que bailamos, pero bailamos de pena (vale, a excepción de la salsa).
Haces bien en llevar la contra, como dice este nuevo refrán: “Lleva bien la contra y acertarás”.
(Sí, pero qué poquito nos acordamos de vivirla, ¿eh?).
En eso siempre lleváis las de ganar las chicas, al menos en determinadas épocas, porque como vosotras os hacéis antes ranas… pues eso, que nosotros llevamos las de perder en reconocimientos y tal.
Me alegro mucho de ese fantástico encuentro, pero he de decir en mi contra que soy un soñador y que lo que he contado es pura fantasía, puritita ficción. Que si no, me iba a ver a Salomé a ver si conseguía lo mismo que el de los autochoques, que uno es de esos del grupo de los que sólo pensamos en una sola cosa. ;-) (Es un decir).
Jajajajaaja…. Lo de la inmobiliaria, genial… me lo imagino y me imagino a tu pobrecito ex.
No, si lo he escrito para ver si me salgo de la espiral en la que ando…
Gracias por tu valoración, de todas formas.
Cierto: cae: caen como chuzos.
Besos.
PEGASA, ¿de verdad se parece a aquella otra historia (aquella sí creo recordar que era real)?, pues sí que me repito y sí que confundo realidad y ficción.
Yo también te recuerdo y de vez en cuando entro a ver si has puesto algo nuevo, pero como no se puede decir que te prodigues demasiado, al final pasa el tiempo y pasa el tiempo.
Los afectos: los mismos. Y los besos: a montones, como siempre.
Sólo en la ficción, TEMUJIN,sólo en la ficción... que uno...
Saludos.
Me gusta que bailen y que se atrevan a bailar cualquier cosa sin saber, me gusta, si cabe, mucho más. Tampoco yo soy Navratilova, jeje.
No sé si el de los "autochoques" solo pensaba en una cosa, pero te puedo asegurar que yo también lo pensaba, aunque me hiciera la tonta de cría (luego ya no).
A ciertos hombres (no generalizo) les cuesta creer que ciertas mujeres (no generalizo) pensamos en el sexo desde mucho antes de lo que creen y mucho más de lo que creen.
Quizás les asusta, no sé.
Espero que no seas de esos.
Y hasta aquí puedo leer.
Besos y a seguir en la lucha y denunciando injusticias. Hay que estar a duras y maduras.
Pues eso, SUE, que me alegra que te guste que bailen y que se atrevan a bailar cualquier cosa sin saber y que te guste, si cabe, que te guste mucho más, porque ya te digo que, quitando de la salsa en la que me defiendo algo mejor... en lo otro, y especialmente en el tango... pues, como que no, vamos.
Me gusta tu sinceridad, que, dicho sea de paso, no es de lo que más te encuentras, entre las féminas, al hablar de esos temas; tengo una amiga que sí es natural como la vida misma y lo valoro.
No sé si soy de "esos", pero tratándose de mí, creo que puedes aplicar el refrán de "piensa mal y acertarás".
Lo de la "lucha", no sé, no sé... aunque para mi desgracia. porque me lo paso mal, creo que seguiré muy a mi pesar, que uno es como es, también para desgracia del mismo.
Besos.
Mmmmmm ¡¡JUAAAAN!! pero..¡¡ vaya bien te sientan las vacaciones...¡¡ inspirado e inspiración a raudales!!
Es preciosa esta historia tuya.
Verás, mi mejor amiga de la infancia/ juventud.. vamos hasta la facultad y aun seguimos siéndolo, sólo que de lejos se llama también Salomé... como esta preciosidad de tu historia, por eso me ha sabido doblemente rica.
Es curioso como se magnifican los recuerdos y el efecto de perdurabilidad inmutable que tienen sobre todo si nos impactan mucho... ( no sé creo que he dicho algo que se contradice:-) quiero decir que algo que nos impresiona... parece que queda gravado a fuego para siempre en nosotros...
Mucho más si como en tu historia aparece la prohibición de por medio ¡¡efecto imán que tiene esa palabra!! ... en fin, me has dejado intrigada...¿quien se escondía bajo la capucha? ¿su madre? ¿su marido? por favooooooor JUAN no seas malo...¿qué pasó después? ... ¿huyeron juntos dejando al personaje de la capucha boquiabierto?.. ¿el personaje de la capucha montó en cólera y la emprendió a paraguazos en Rafa?
No vale decir que me aguante... te inventan un desenlace cortito por favor... ¿no te he dicho que a mi la curiosidad me mata? ya... ya lo sé que ella mato al gato... pero entre que muero y no muero jajaja ¡¡sufro mucho!! anda se güeno e invéntate algo porfa:-)
En fin, esperaré aquí acurrucada en el suelo como una pobre pidiendo a la puerta de tu casa hasta que te apiades de mi jajaja
Un beso muuuy grande JUAN me alegra un montón volver a estos lares tuyo y leerte ... por cierto, al oido te diré que le calor a lo bestia yo tampoco lo llevo nada bien... pero ¡¡el soooool!! así suavecito y brillante en medio de azul ... ¡¡no me digas que eso no ilumina el día!! ...por dentro:-)
Muaaaaaakss
PD
¿Has visto que testamentos te suelto?... tú mira y compara a veces con lo que te sale a ti... te prometo que no es reproche ni por asomo, al contrario, es un poquito de vergüenza... pero es que cuando estoy a gusto me dejo ir y... ¡¡ay!! sorry:-)
MARÍA, a ti sí te deben de haber sentado bien las vacaciones, que todavía debes de traerte la brisa entreverada de los cocoteros. Lo que pasa es que no se te nota, porque la “inspiración a raudales” en ti, es cosa de andar por casa.
Me alegro que te haya gustado esta historia de final de verano; no porque tenga nada que ver con la época, sino porque es cuando la he escrito.
Los recuerdos tienen efectos raros, ya que vienen siempre de la mano de los olvidos.
Pues mira, te voy a decir que te aguantes, sí, primero porque me parece que estas cosas si se explican les pasa lo mismo que a los chistes, que pierden toda la gracia, si es que la tienen y segundo porque, viendo las respuestas de nuestros amigos, compruebo que sí hay quien lo ha cazado, lo que quiere decir que hay suficientes datos para saber lo del encapuchao. Te diré como decía un, ahora querido, profesor de mis años mozos: “Intelectus apretatus, discurrit en rabiat”. ;-)
En todo caso, lo que puedo hacer por ti, es extender mi mano y decirte aquello de “levántate y anda”. No es que uno tenga poderes, pero como tú tampoco estás en la situación de la protagonista que dio origen a la frase… a lo mejor funciona.
(Entredata: Este veranito, escuchando una de Sabina, creo que “La Canción Más Bonita Del Mundo” caí –que no había caído- que menciona al gran Bola de Nieve. Pa que veas).
Yo también me alegro mucho de encontrarte por estos y por otros lares, siempre a la espera de que nos cuentes la historia más bonita del mundo.
Ah, y el sol: ni en conserva; suerte tenéis los de la España húmeda.
Que no es un reproche… que no es un reproche… si no fuese un reproche no sería tuyo. ;-)
Besos y a la marcha que, a pesar de no tener el sabor de lo prohibido, tampoco está tan mal.
Caes en espiral o, tal vez, eres arrastrado por la vorágine...
mmmm...hay que aferrarse con toda la fuerza que aún resta, o sucumbirás, te rendirás...
Algo de eso debe de haber, ANÓNIMO.
Saludos arcanos.
No, no...
Saludos entristecidos...
Pues bueno.
Irás a la marcha que convocan el PSOE y el PP, hermanados?...
Sorpresas o sorprendidos?
Sí, los llevaré a uno de cada manita. No te jinga.
Que no se te pierdan...
(no entiendo el palabro...???)
Bewildered
Es que hay recuerdos recurrentes ....y grabados a fuego en el corazón.
Que lo diga, Peggy, que lo digas.
Saludos.
Desde la más profunda gratitud. Un beso.
Mañana vuelvo más pronto y con más calma.
Pues, hasta hoy, MARINA.
Beso.
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