lunes, 30 de enero de 2012

QUE...

Hay un dicho en un pueblo manchego –desconozco si existe en otros lugares- que reza: “¡Leche!, que el que lee sabe y el que sabe se aprovecha”. Es cierto. Tanto leído hay hoy, que esto cada vez está más desleído; posiblemente porque todos hacen las mismas lecturas y las mismas lecturas de las cosas… No sé si me explico: Vamos, que Rajoy y ZP parecen lo mismo sin pretenderlo: ¡cómo no nos va a parecer que Chacón y Rubalcaba son lo mismo, pretendiéndolo! Que da lo mismo ser derecho que traidor. Que, para terminar apretándose más el cinturón, tanto da como da lo mismo Gürtel como Campeón, que el Campeón como el de las palabras cruzadas. Vivimos revolca’os en un merengue y en el mismo lodo todos manosea’os: manosea’os si trabajas y si no trabajas te matan o te matas; manosea’os para indicarte la luz de otros; manosea’os hasta el crujimiento si dices esta boca o esta flauta es mía… manosea’os en fin. Que ya está bien de si “yo tengo más niños detrás”… “Pues yo tengo la trasera repletita de féminas”. Que me importa un huevo si los que mucho tienen, lo tienen en paraísos fiscales, para que no se vea o si otros/as, para que no se vea, lo tienen en paraísos terrenales con entrada del mar hasta el salón. Que sí, que voto por Pippi Langstrump, Marco, Heidi o, en su defecto, por el chorizo de Alcalá de Henares, que para quedarnos igual, no hay como hacer lo mismo. Que esto, si nos empeñamos, es y será una porquería en el 510 o en el 3000 también. Que sigo indigna’o y cada vez más.

sábado, 14 de enero de 2012

¿MÁS DE LO MISMO O DE LO MISMO MÁS?


Este chiste se lo dedico a nuestra buena amiga MARINA de Béjar, que como tantos otros de sus compañeros de partido estará buscándole lo cinco pies al gato.

viernes, 13 de enero de 2012

sábado, 7 de enero de 2012

EL MONSTRUO DE LA ALBUFERA (Y fin)




AMPARITO se gira en dirección al grito. Ve a su amiga.

 

AMPARITO: ¡PEPI! ¡No te asustes!

PEPITA: ¡¿Qué no me asuste?! ¡Pero si este árbol se parece a SENTO! ¿Qué pasa?... ¿Dónde está SENTO, el SENTO de carne y hueso?

AMPARITO: No te asustes, te contaré hasta donde yo sé...

En esos momentos llega BORO empuñando el hacha.

BORO: ¡Apartaos, intentaré librar a SENTO de esas raíces!

PEPITA: ¡¿A SENTO...?! ¡¿Queréis decir que esta especie de árbol es SENTO?! ¡NOOOO!!!

 

AMPARITO coge por el hombro a su amiga para consolarla.

AMPARITO: Tranquilízate, tampoco nosotros entendemos mucho lo que está sucediendo, pero debemos de hacer algo...

Desde lejos, las dos chicas arrodilladas y abrazadas, mientras BORO con el hacha corta las raíces de SENTO. SENTO se desploma como un árbol real talado.

Desde el mismo punto de vista, las chicas cogen a SENTO por las piernas, mientras que BORO lo hace por las axilas. Se ponen en marcha.

BORO: ¡Vamos a la otra “mata” e intentaremos reflotar nuestra barca! ¡Hemos de salir de aquí cuanto antes!

Llegan al agua. Tienen que pasar a la otra “mata”; tal como lo llevan lo pasan sin gran esfuerzo, pues flota como un madero.

BORO: ¡Hombre, para atravesar el agua sí es cómodo!

AMPARITO: ¡BORO!!! ¡No te pases nada, que no es momento para hacer chistecitos de mal gusto!

Llegan al lugar dónde está la barca medio hundida. Depositan a SENTO en tierra con cuidado y comienzan a intentar reflotar la barca.

En el forcejeo AMPARITO se golpea en la cabeza con la barca y, en uno de esos típicos planos medios, casi cenitales, cae desmayada, justo donde había caído al principio, y su cabeza se voltea a un lado.

Funde a negro y de ahí a “blanco”.

La chica recupera el sentido. Está amaneciendo. Se gira a un lado y a otro, como buscando, mientras se amplía el cuadro. Mientras, el cielo se va pintado con el azul propio de Valencia. No ve a nadie. Tampoco ve unos regueros de sangre que parecen manar de la duna que hay tras ella. Sigue alejándose la cámara: definitivamente está sola y asustada.

Voz en off: AMPARITO volvió en sí perpleja. Habría sido un sueño... un mal sueño.... Eso esperamos, aunque el peligro de convertirse en un vegetal, con raíces y todo, siempre está a la vuelta de la esquina.

FIN

jueves, 5 de enero de 2012

EL MONSTRUO DE LA ALBUFERA (III)



AMPARITO: No, y supongo que tú tampoco a BORO. Están pasando cosas muy raras. A ver si al final nos vamos a tener que creer lo del monstruo...

SENTO: ¡Qué me vas a decir!... Cuando hemos llegado al puerto de Silla, en vista de que no veníais, hemos decidido hacer tiempo dando una vuelta en un “albuferenc” y cuando estábamos tranquilamente en medio de la Albufera he sentido una vibración extraña del agua, al girarme, he podido ver que una especie de caballón extraño se nos ha echado encima y ha volcado la barca. Yo he conseguido llegar hasta esta “mata”, pero de PEPITA no he vuelto a saber más.

Desde donde estamos podemos ver, aunque ellos no se dan cuenta, que por detrás pasa el caballón.

Cambio a un P.P. de parte de la espalda de ella, él al fondo.

AMPARITO: Algo parecido nos ha pasado a nosotros. Vamos a buscarles, y si no les encontramos, creo que si pasas a esta isleta entre los dos podremos reflotar mi barca y seguiremos escudriñando por toda la Albufera.

Contraplano desde la espalda de él que, extrañamente ha empezado a adquirir una apariencia rara: su pelo parece el de un “rastafari”, aunque las trencillas del cabello tienen el aspecto vegetal, como de ramitas de árbol. Su cara también está adquiriendo la textura de un árbol. Dada la oscuridad reinante y la distancia a que están, ella no llega a darse cuenta de la transformación.

SENTO: De acuerdo. Vamos a registrar cada uno su isleta.

Volvemos a verlos de perfil, en imagen entera. A SENTO le cuesta andar, cuando ambos se dan la vuelta para continuar la búsqueda. Al final, parece que ya no se puede mover, a pesar de su esfuerzo. Pero sólo se puede intuir, ya que se corta la secuencia.

Varios planos de la chica, dando sensación de que el tiempo va pasando. Finalmente, en un calvero, ve la silueta de su novio arrodillado y cabizbajo.

AMPARITO: ¡¡¡BORO!!!

Corre hacia él. Cuando llega junto a éste, el chico alza la cabeza cariacontecido. Tiene también la cara con aspecto de corteza de árbol: más evidente en la parte superior.

BORO: ¡Amparo, no sé que me pasa!... ¡Vete, no quiero que te ocurra algo parecido!!

AMPARITO (entre jadeos y besos): ¡No, no te dejaré! ¡Me quedaré contigo, pase lo que pase!... ¡Te quiero!

La muchacha lo abraza, lo besa...

P.P. de las piernas del chico: le están saliendo una especie de raíces, que se van adentrando en la tierra.

AMPARITO: ¡¿Qué es eso?!... ¡Qué te sucede en los pies?: ¡¡Parece que estás echando raíces!!

BORO: ¡Sí, es algo horrible! ¡Me produce una desazón espantosa! ¡Parece que ese abominable monstruo del que se habla, existe; y que tiene como misión convertirnos en seres vegetales, implantándonos sus propias raíces.

La chica continúa besándole apasionadamente, cada vez, con mayor afición.

Se van animando, y pasa lo que tenía que pasar.

BORO: ¡Sí, sí... si he de quedar atrapado por estas raíces en las profundidades de la tierra, quiero antes ahondarme en tus honduras!!!

Terminan la faena y se desparraman uno al lado del otro. La cámara recorre el cuerpo del chico, hacia abajo (naturalmente la mano de ella tapa el paquete de él cuando pasa por allí), llega a los pies: vemos que las raíces van desapareciendo.

BORO: ¡Chiquilla, mira! ¡Mira lo que está pasando!: ¡¡Las raíces están desapareciendo!!.. ¿Se te ocurre alguna explicación?

AMPARITO: En estos momentos no me apetece dármelas de científica. ¡Vamos, hemos de encontrar a SENTO y PEPITA! ¡Antes lo he visto a él en otra “mata”!

Los vemos, en un enfoque parecido a aquel en que se veía a AMPARITO y a SENTO de perfil, con el agua hasta la cintura, dirigiéndose a la otra isleta.

Ahora. En P. M. Frontal, como buscando. Lo encuentran: prácticamente está “vegetalizado”. Es casi como un dibujo de Walt Disney de árboles encantados.

AMPARITO: ¡SENTO!, ¿me puedes oír?

Como respuesta, recibe un ruido gutural y con resonancias de madera.

AMPARITO: ¡BORO, tenemos que hacer algo y rápido!

BORO: Y, ¿qué podemos hacer? A mí no se me ocurre nada.

AMPARITO: ¡Corre, ve a la barca y trae el hacha!

El chaval sale pitando, mientras ella se queda intentando, quizá sin sentido, consolar al “arbolístico” amigo. De repente, se escucha un grito de horror.

PEPITA: ¡¡¡AAAHHHHH!!!!!!!

(Concluirá)