Pues bueno se puso Carod-Rovira cuando un espectador le llamó don José Luís: replicó iracundo que él no se llamaba así, que se llamaba Josep Lluís. Lo que no quedó muy claro, al menos inicialmente es si se enojó por lo de Jose Luis o por lo de don. Pero la cosa no quedó ahí, porque hubo doblete –aunque fuese llevado a cabo por diferentes personas-, gracias al cual, y gracias a una señora, nos enteramos de que sí, de que la ofensa era por lo de Josep Lluís, o mejor, por lo de José Luis. ¡Vamos, vamos, vamos!... cómo se llegó a poner el hijo del aragonés al que con toda seguridad le verterían las aguas otorgándole como gracia José Luis; hasta llegó a decir que el resto de los españoles, los no catalanes, tenían un problema grave porque en trescientos años no habían aprendido a pronunciar Josep Lluís y en cambio sí sabían pronuncian unos nombres extranjeros que ni se atreve a escribir aquí el hijo de mi madre. Y es que la fonética tiene esas cosas: el hijo del aragonés no ha aprendido tampoco, en esos trescientos años, a pronunciar en castellano el pronombre personal el su primera persona y en singular, pues lo pronuncia “ió”... Cosas de la fonética.
jueves, 18 de octubre de 2007
FONÉTICA, IRA Y CAROD-ROVIRA
Pues bueno se puso Carod-Rovira cuando un espectador le llamó don José Luís: replicó iracundo que él no se llamaba así, que se llamaba Josep Lluís. Lo que no quedó muy claro, al menos inicialmente es si se enojó por lo de Jose Luis o por lo de don. Pero la cosa no quedó ahí, porque hubo doblete –aunque fuese llevado a cabo por diferentes personas-, gracias al cual, y gracias a una señora, nos enteramos de que sí, de que la ofensa era por lo de Josep Lluís, o mejor, por lo de José Luis. ¡Vamos, vamos, vamos!... cómo se llegó a poner el hijo del aragonés al que con toda seguridad le verterían las aguas otorgándole como gracia José Luis; hasta llegó a decir que el resto de los españoles, los no catalanes, tenían un problema grave porque en trescientos años no habían aprendido a pronunciar Josep Lluís y en cambio sí sabían pronuncian unos nombres extranjeros que ni se atreve a escribir aquí el hijo de mi madre. Y es que la fonética tiene esas cosas: el hijo del aragonés no ha aprendido tampoco, en esos trescientos años, a pronunciar en castellano el pronombre personal el su primera persona y en singular, pues lo pronuncia “ió”... Cosas de la fonética.
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