Era una noche oscura, húmeda y fría; de esas que hace que el sonido de tus pasos suene a claqué, esos pasos que, como otras muchas veces, me dirigían a mi club de jazz preferido, en un suburbio de la ciudad fronteriza de Chicago. Mi afilada nariz abrió el paso a mis pasos, primero entre la espesa niebla nocturna y, después, a través del espeso humo del local y de su música: una versión jazzística, en esos momentos, de “Les feuilles mortes”, una de mis canciones preferidas de todos los tiempos.
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Una especie de piloto automático atemporal, como otras muchas veces, me dirigía al fondo del club; un lugar que, extrañamente, tantas veces había ocupado, pues, incomprensiblemente, todas las parejas que atestaban el lugar -en ésta y en otras ocasiones- buscando los rincones más oscuros para dar rienda suelta a sus instintos disfrazados de terciopelo, no les daba por ocupar el más fosco de todos: el del fondo.
Para mi sorpresa, ahora estaba ocupado: estaba ella (she, en el inglés dominante por aquellas latitudes). Con los ojos cerrados, ladeaba rítmicamente su cabeza de un lado a otro, al ritmo se la música de fondo. Me aproximé unos pasos… abrió los ojos y vi su mirada, una mirada penetrante, con ecos del infinito en sus pupilas…y me dije, “¡pardiez!, esta chica es bárbara… (no lo sabía bien por entonces); su media sonrisa fue suficiente para que no pidiese mi güisqui con hielo, la sangre de mis venas se había congelado. Saque el encendedor de mi bolsillo para cerciorarme de que no era una mala jugada de mi mente. Se me cayó al suelo. Me agaché para recogerlo. No lo hallé, pero en su lugar me di de bruces con un par de columnas de carne: “¡Pardiez!”(-otra vez- las pantorrillas y los hombros son las partes más eróticas de una mujer, por más que los machitos amachinados –va por BB- crean que son las tetas y el culo).
Luchando contra las leyes de la gravedad, y otras, me levanté para no parecer lo que en esos momentos estaba claro que era. Balbuceé, mascullé algo que no llegó a ser una palabra; pero ella –“she”- pareció comprender y me respondió con un repique de castañuelas, acompasadas con “Les Feuilles Mortes, que en ese momento, como otras muchas veces de las que acudía la antro, estaba interpretando Juliette Greco y que estaba comenzando el estribillo, cuando dice: “C'est une chanson qui nous ressemble.Toi, tu m'aimais et je t'aimais…”.
Le pedí fuego, me lo dio, como otras muchas veces.
Pasamos la noche entre mis balbuceos y sus repiqueteos.
Pasamos la noche mientras, como otras muchas veces, Louis Amstrong, Charlie Parker, Stan Getz, Ella Fitzgerald, Dave Brubeck, entre otros, sin olvidar a los músicos de Chicago, King Oliver, Bill Johnson o Lennie Tristano, se pasaban el testigo intemporal.
Por el sonido de sus castañuelas, y por aquel grano de paella que se le había quedado entre los dientes, supe que era persona ahíta de todo tipo de experiencias… y supe que jamás había estado en ese lugar, ni antes ni ahora… ni siquiera en Chicago, ciudad a la que odiaba.
En esa multiversión, que ocupaba toda la noche de “Les Feuilles Mortes”, ahora, Dizzy Gillespie que es quien en estos momentos llevaba la batuta, o más exactamente la trompeta, mezclaba, en estos momentos a la eterna canción, una versión muy suya de una canción española con referencias al verano, saliéndose al final, con la misma genialidad con que la acometiera. Nos gustó esa canción por primera vez a ambos. Lo sé. Me lo dijeron sus castañuelas.
Cuando nos despedimos –que coincidía con el turno de Edith Piaf y el momento de aquello de “la mer efface sur le sable, les pas des amants désunis”, los dos sabíamos que volveríamos a vernos en ese lugar donde nunca habíamos estado; como tantas otras veces había ocurrido ya, en el pasado y en el futuro.
Una especie de piloto automático atemporal, como otras muchas veces, me dirigía al fondo del club; un lugar que, extrañamente, tantas veces había ocupado, pues, incomprensiblemente, todas las parejas que atestaban el lugar -en ésta y en otras ocasiones- buscando los rincones más oscuros para dar rienda suelta a sus instintos disfrazados de terciopelo, no les daba por ocupar el más fosco de todos: el del fondo.
Para mi sorpresa, ahora estaba ocupado: estaba ella (she, en el inglés dominante por aquellas latitudes). Con los ojos cerrados, ladeaba rítmicamente su cabeza de un lado a otro, al ritmo se la música de fondo. Me aproximé unos pasos… abrió los ojos y vi su mirada, una mirada penetrante, con ecos del infinito en sus pupilas…y me dije, “¡pardiez!, esta chica es bárbara… (no lo sabía bien por entonces); su media sonrisa fue suficiente para que no pidiese mi güisqui con hielo, la sangre de mis venas se había congelado. Saque el encendedor de mi bolsillo para cerciorarme de que no era una mala jugada de mi mente. Se me cayó al suelo. Me agaché para recogerlo. No lo hallé, pero en su lugar me di de bruces con un par de columnas de carne: “¡Pardiez!”(-otra vez- las pantorrillas y los hombros son las partes más eróticas de una mujer, por más que los machitos amachinados –va por BB- crean que son las tetas y el culo).
Luchando contra las leyes de la gravedad, y otras, me levanté para no parecer lo que en esos momentos estaba claro que era. Balbuceé, mascullé algo que no llegó a ser una palabra; pero ella –“she”- pareció comprender y me respondió con un repique de castañuelas, acompasadas con “Les Feuilles Mortes, que en ese momento, como otras muchas veces de las que acudía la antro, estaba interpretando Juliette Greco y que estaba comenzando el estribillo, cuando dice: “C'est une chanson qui nous ressemble.Toi, tu m'aimais et je t'aimais…”.
Le pedí fuego, me lo dio, como otras muchas veces.
Pasamos la noche entre mis balbuceos y sus repiqueteos.
Pasamos la noche mientras, como otras muchas veces, Louis Amstrong, Charlie Parker, Stan Getz, Ella Fitzgerald, Dave Brubeck, entre otros, sin olvidar a los músicos de Chicago, King Oliver, Bill Johnson o Lennie Tristano, se pasaban el testigo intemporal.
Por el sonido de sus castañuelas, y por aquel grano de paella que se le había quedado entre los dientes, supe que era persona ahíta de todo tipo de experiencias… y supe que jamás había estado en ese lugar, ni antes ni ahora… ni siquiera en Chicago, ciudad a la que odiaba.
En esa multiversión, que ocupaba toda la noche de “Les Feuilles Mortes”, ahora, Dizzy Gillespie que es quien en estos momentos llevaba la batuta, o más exactamente la trompeta, mezclaba, en estos momentos a la eterna canción, una versión muy suya de una canción española con referencias al verano, saliéndose al final, con la misma genialidad con que la acometiera. Nos gustó esa canción por primera vez a ambos. Lo sé. Me lo dijeron sus castañuelas.
Cuando nos despedimos –que coincidía con el turno de Edith Piaf y el momento de aquello de “la mer efface sur le sable, les pas des amants désunis”, los dos sabíamos que volveríamos a vernos en ese lugar donde nunca habíamos estado; como tantas otras veces había ocurrido ya, en el pasado y en el futuro.
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(Disculpas , a quien corresponda, por haber publicado esto y a quienes también corresponda, por no haberlo hecho antes).
24 comentarios:
Un repique de castañuelas acompañando a Les Feuilles Mortes, no lo tengo claro...Es más, me ha dejado totalmente, amachinada o "bárbaramente" alucinada, mientras sigo escuchando al Gorrión, o a la Juliette, y esa música que mesmeriza, desde un mítico Chicago, lugar de encuentro de almas...
Padam, padam, padam...
Besos
BB
Jajajaja... Veo,BB que tienes un gran sentido del humor, a estas horas, que por ahí deben de ser tempranas... y que, además afinas mucho (padam, padam...).
En fin, un beso
" las pantorrillas y los hombros son las partes más eróticas de una mujer, por más que los machitos amachinados –va por BB- crean que son las tetas y el culo)". ¿sere un machito amachinado? ¿que es un machito amachinado?.Me lo puede explicar alguien...
Que sinvivir es vivir en la ignorancia...
Repito la respuesta que, como tan a menudo me suele ocurrir, ha desaparecido.
Decía má o menos, TEMUJIN, que la cosa no es como para tomársela muy a pecho, que, al fin y a la postre, esto no dejan de ser más que palabras virtuales.
Un saludo.
A veces, hay que desconectar ese piloto automático que nos lleva siempre al mismo sitio. O eso, o poner el tocadiscos, bueno, el mp3. ¿O es lo mismo?.
No me la tomo a pecho, que era una broma... Un saludo...
Ay, ALMA, si supiesemos cuando nos conviene conectar los pilotos automáticos y cuando no...
Un abrazo, en tus -supongo- vacaciones.
Que lo mío también lo era, TEMUJIN. ;-)
Saludos
Te dejo tu canción, su canción.
http://www.youtube.com/watch?v=wgOcLhpYh1k
Y ahora te dejo mi canción...la misma canción en realidad.
http://www.youtube.com/watch?v=vbMDLfIjbNE&feature=related
Si le buscas a la historia una sonrisa al recoger el encendedor, mientras en la pianola suena esta canción....
http://www.youtube.com/watch?v=Q3Kvu6Kgp88&feature=fvsr
... Je, directement, m'enlève le chapeau.
Le dessin parfait, comme d'habitude.
Je t'envoie un baiser... ou deux
BB, te mando un Bbeso. Hace mucho que no te mando nada.
Con el permiso de J. Por supuesto.
Ahora mismo, a She le apetecería quedarse a vivir para siempre acodada a la barra de tu fantasía.
Vraiement tu m´as touchée...
Riquitiquitiqui (repiqueteo de castañuelas de fondo, ¿cómo coño se onomatopeya una castañuela?)
Eres grande. Te mando un beso a juego.
Marina: Te deuvuelvo el beso, multiplicado por dos, guapa.
BB
¡¡¡Güenísimos días a todos!!
antes de decirte mi querido JUAN, que me ha encantado ( esta vez, hasta coincido contigo en la música, ya ves jajaja) con tu permiso le copio a TEMU, lo que me explicó BB, por ahí abajo que significaba AMACHINADOS..."Amachinados no tiene nada que ver con Machín. Amachinados es apabullados, achicados..."
las gracias a BB ¿OK?
Pues verás mi querido JUAN, hasta en la parte que te gusta de las mujeres puede que coincida, aunque yo quito la parte de abajo y subo a la mirada, pero claro, comprendo que queda demasiado alto jajaja
Una de tus mejores historias, sin duda... es que hasta parece que se ve todo en penumbra y lleno de humo, como los garitos al uso... Mmmmmmm los recuerdo de amores pasados, en fin, lástima que sea lunes y no haya demasiado tiempo para derretrirse
Iba a dejarte la versión de MARINEJA, pero mejor te dejo la original de Yves Montand
A VER SI TAMBIÉN SOMOS POR FIN AMIGOS EN LA MÚSICA:-)
¡¡No te me pongas triste!! ¿eh?:))
Un besito JUAN.
Y otro montón de ellos para BB, MARINA y TEMU
¡¡FELIZ SEMANA PARA TODOS!!
PD
Aquí, sin duda te veo con gabardina a lo Humphrey:))
Gracias, MARINA, cualquier versión me sirve, aquí y en Chicago.
Y si entendiese el francés, sin duda, te volvería a dar las gracias,comme d'habitude.
Besos.
¿Yo tengo que daros permiso a BB y a ti, MARINA, para besuqueos? ¡¡¡FALTARÍA!!!
pOR CIERTO: ME SUMO.
Lo entiendo, BÁRBARA, porque, ¿dónde mejor para pasarse la vida acodado en la barra de un bar que en la de ese tugurio de canción eterna... creo que estaría dispuesto a hacerle compañía a "She".
No creo que el repiqueteo de castañuelas tenga forma onomatopéyica, al menos el de "She".
Pues yo te mando otro de la altura de tu generosidad.
Pues, anda, MARÍA, que luego me decís que si soy críptico... que si vino que si fue: "Pues verás mi querido JUAN, hasta en la parte que te gusta de las mujeres puede que coincida, aunque yo quito la parte de abajo y subo a la mirada, pero claro, comprendo que queda demasiado alto jajaja"... aunque quizá sea mejor no meneallo.
Yo no me pongo triste, María, soy demasiado elemental para eso (¡bronca viene) ;-)
Pues nada, besos para todos de mi parte.
Venga , venga, BB, que no quede por besos.
Atolondrada estoy, que no "amachinada" con tantos besos, que realmente, siempre caen bien, son necesarios y dulces...
"Para aturdirla con los sonidos,
le daba besos en los oídos"...
BB
Julio Brito, ¿no BB? Muy bonito.
"Dame otro beso, pero en el alma".
Y por esta vez, se acabó de tanto besuqueo.
Noches de jazz al ritmo de castañuelas, con la vista en sus ojos cerrados y la cabeza en sus pantorrillas.
Pues no tuvo que estar mal la noche, no señor, jajaja!!
Eso de que se acabaron los besos.... Yo quiero mandarte unos pocos y si se tercia, recibir otros tantos, jiji!!
Yo sigo por aquí, de fiesta en fiesta, de caseta en caseta, de caña en caña con limón (yo las quiero sin alcohol, pero un amigo malandrín piensa que son más ricas con y ni P. caso que me hace)
Cuando termine las fiestas, justo el viernes, justo cuando el viernes empiece a tomar tintes de sábado, justo cuando el fin de semana comienza a desearnos "buenos días", justo entonces...Justo entonces...Hasta aquí puedo leer... tendrá que ser otra persona quien termine la historia...si quiere...
Sorry, lo siento, pero es que me acordé de algún concurso jajajajajaja. Por cierto, acodada en la barra de un bar, con una canción, cierro los ojos y veo ¿Qué veo? Veo un J. caminando lentamente hacia su destino ¿dónde si no?
Y visto que abusamos de los besos.
Un abrazo de oso corazón.
No, no debió de estar nada mal la noche.
SILVia, de los besos no tienes por qué preocuparte; tú tienes un salvoonducto familiar.
Míralo: Besos pa' ti.
En ese concurso al que te refieres, MARINA,si no recuerdo mal,se interrumpía la lectura porque había un premio rondando. Te deseo ese premio después de las sin o con alcohol.
Besos abrazaos en plan oso.
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