REFLEXIONES DE UNA AMIGA SOBRE EL 15M

Estas son las reflexiones que hacía una amiga, María José Peña, en un foro privado, sobre el movimiento del 15M, que tras haberle pedido permiso, os reproduzco, esperando que os resulten tan interesantes como a mí.

***************

¡Vaya, pues si que estáis "papistas"!

Vamos a ver, naturalmente que todos estamos por el respeto a la Ley y que nadie puede menoscabar, amedrentar, coaccionar o coartar la libertad de otro. Todo eso ya lo sabemos y todos lo pensamos y lo practicamos. Pero aquí se está dando una situación límite y parece que nadie piensa que en más de 30 años de democracia, los parlamentarios, los que deberían tener la representación de todos y sólo acaban teniendo la representación de los que les han votado se han dedicado en su mayoría a vivir de espaldas al que debían representar.

Así hemos llegado a esta desafección hacia la política.Así se ha permitido que florezca y culmine un poder financiero que ha arruinado el estado del bienestar. Así hemos llegado a tener casi cinco millones de parados. Así hemos llegado a tener una juventud en paro, frustrada y sin horizontes. Así hemos llegado a tener una clase media empobrecida. Así hemos llegado a tener un pequeño tejido productivo, el de los autónomos, hoy absolutamente desmantelado. Así hemos llegado a perder a decenas, cientos de pequeñas empresas. Así hemos llegado a tener un parque de viviendas deshabitadas porque nadie tiene dinero para comprarlas y centenares de pisos o casas modestas a cuyos propietarios, en la penuria más absoluta, ni siquiera les cabe el recurso de entregar las llaves al banco y desentenderse de la hipoteca. Así... me voy a ahorrar el catálogo que es interminable.

Pero así hemos ido viviendo o muriendo en los últimos años sin que sus señorías, rodeados de seguridad y privilegios, hayan advertido que la casa se caía y que nos cogía a casi todos dentro. Así ha ocurrido.

Hoy, cuando sus señorías se han enfrentado a la cruda realidad de que no pueden vivir perpetuamente en el Olimpo y han recibido algún guantazo áspero de la ira de muchos, se echan las manos a la cabeza e invocan su sacrosanta condición. Muy bien, a algunos representan; a otros, no. Y los que no están representados por ellos han querido expresarse. De tú a tú. Y, desde luego, parte de la España cansada que no cree ya que haya remedio para sus males, parte de la España abandonada a su suerte,  parte de la España que no ha tomado Sol ni la Plaza Cataluña, parte de la España que es incapaz de practicar la violencia, parte de esa España,  ha visto con regocijo cómo unos con los que ellos nada tienen que ver les han ajustado las cuentas a los del Olimpo.

Los del Olimpo han aterrizado de golpe e invocan el escrupuloso respeto a unas Leyes que les blinden, allá, en el Olimpo, para seguir olvidando que aquí, bastante más abajo, son otros los que viven una vida de penurias, de carencias, para la que no hay solución con la Ley y, cuando la pudiera haber, nada ocurre si se vulnera.

Mirad los periódicos: cada día miles de injusticias se cometen ante el adormecimiento de los demás, especialmente de quienes deberían tener la responsabilidad de legislar para evitarlas. Y ahora, por unos abucheos o por una acción levantisca desacostumbrada en medio de la paciencia abúlica de la sociedad, nos volvemos todos más papistas que el Papa y comprendemos con exquisita comprensión los derechos de los parlamentarios y el escrupuloso respeto a la Ley. ¡Vaya por Dios que refinados nos estamos volviendo¡

Mi formación es jurídica. Ni por ética ni por estética ni por edad me puedo imaginar participando en una actitud físicamente beligerante, Aunque me asistiera la razón, pero todo ello no me impide comprender que estamos como estamos porque aquí una de las dos partes en litigio no ha cumplido su compromiso. En el Contrato Social se ofrece el monopolio de la fuerza al Estado porque este asume la defensa y protección de los ciudadanos. Cuando esos ciudadanos se hallan sin vivienda, sin trabajo, sin futuro, casi sin seguridad, con unos derechos sociales cada vez más recortados, con un sentimiento en el alma de hallarse abandonados a su suerte, sin  políticos, sindicatos o jueces a los que confiarse; cuando se produce todo eso es que las reglas del juego se han roto y que una de las partes no cumplió su compromiso. Eso ha pasado exactamente ahora.

Así que, no estoy defendiendo el uso de la fuerza ni la revolución (aunque todo sería hablarlo), yo soy también una de las que no sabe ya cual es el camino idóneo a seguir, pero me rebelo contra ese respeto sacrosanto a quienes no saben coger el toro por los cuernos, reducir la maquinaria administrativa, regenerar la vida política, legislar en interés de todos, acabar con la tolerancia ante la corrupción, mirar de frente y poner medidas cuando son los de siempre los que pierden derechos...

Treinta años de democracia y ésta se nos ha quedado chata, rancia, inservible. Lástima que sus señorías no se hubieran dado cuenta hasta ayer, cuando seguramente unos antisistema que no nos representan tampoco a casi ninguno, recogió la ira de miles de los que estamos en casa y con ella en sus manos tomaron a sus señorías por la pechera.