Una amiga, a la que ya conocéis algunos, pues publiqué algo suyo en este blog, se ha querido despedir también de Facundo Cabral. Cambio los colores de mi ilustración por los que ella tanto usa, seguramente como bandera de su femenino feminismo, tan bien entendido.
A un hombre que no era de aquí ni de allá
“Me gusta andar
pero no sigo el camino
pues lo seguro ya no tiene misterio,
me gusta ir con el verano muy lejos
para volver donde mi madre en invierno
y ver los perros que jamás me olvidaron
y los abrazos que me dan mis hermanos”
Así iniciaba su canción un joven poeta hace ya 40 años. Y así siguió cantando 40 años más.
Ayer su voz enmudeció. Unos sicarios desplegaron su violencia contra él y contra quienes le acompañaban, allá, en la violenta ciudad de Guatemala, esa ciudad de escasa Ley, al ladito mismo de Guatepeor.
Era preciso matarlo. Qué más da que fuera por confusión. Era preciso matarlo porque otros habían pagado por ello y éstos habían cobrado por el encargo. ¡Qué más da que fuera para matar al de al lado! Era preciso matarlo; el encargo estaba hecho, y allí si no se mata, se muere.
Así que ya no volveremos a oír cómo cadenciosamente continuaba el poeta:
“No soy de aquí,
Ni soy de allá.
No tengo edad ni porvenir
Y ser feliz es mi carnet de identidad.
Y la mujer cuando llora,
Las golondrinas
Y las malas señoras
Me encanta ser amigo de los ladrones,
Y…”
En España se vivían momentos de inquietud y de esperanza. Y la música y la poesía eran tanto refugio como acicate.
Y allí estaba él, con su guitarra y sus palabras.
Y con él nos fuimos a su Argentina natal. Pero las fronteras son difusas y su lengua y sus palabras l traspasaban fácilmente las fronteras, como las traspasó su admirado Atahualpa Yupanqui, y así, con él y con otros como él, pasamos a Chile, Colombia, Nicaragua…
No hubo tiempo de más.
La vida, indolente y caprichosa, te da y te quita, sin saber cuándo, ni por qué, y sin dar explicaciones sobre su arbitrario sentido de la medida. Y, en su injusta pasividad, deja hacer a los sicarios y a quienes les contratan.
Y ayer nos quedamos sin nuestro poeta y él sin la vida.
Estaba mandado, en la violenta Guatemala alguien había pagado por ello.
Hoy lloro al hombre que no era de aquí, ni de allá, que no tenía edad, ni porvenir…
Y es que él, que heredó la pobreza, el hambre, la incultura y la violencia; él, poeta desarraigado, analfabeto hasta los 14 años, que a los 40 sintió los zarpazos que en ocasiones da la vida al dejarle abruptamente sin lo que había logrado construir, su familia, mujer e hija; él, que vivió con la carga de tal herencia, no quiso ser de aquí ni de allá quizá porque sabía que la condición humana es de todo lugar.
Y es que como somos no nos hizo el territorio sino la familia, los libros que leímos, los poetas que escuchamos y las realidades que conocimos. Por eso, en este día de la muerte de Facundo Cabral, desde mi ausencia de identidad, quiero rendir tributo al hombre que no siendo de aquí ni de allá, llegó a ser de todo lugar donde hubiera un hombre.
María José Peña
11 julio 2011
4 comentarios:
Es entrañable y muy cercano. Sus palabras las podría firmar, pero no escribir, porque están magníficamente plasmadas.
Dos besos para los dos.
Cierto, MARINA,pero aunque tus palabras serían diferentes, como es lógico, no por ello dejarían de ser igualmente entrañables y cercanas, que tampoco andas manca por la vida.
Si necesidad de consultarlo con María José, te envío un beso de su parte y otro de la mía. (El segundo sin tener que pedir permiso a nadie, claro).
A mi, como a MARINA, también me ha encantado lo escrito por Mª JOSÉ, aun siendo analfabetos perdidos todos los que sepan un poquito de la vida y obra de Facundo Cabral.. lo firmarían aunque fuera con la huella digital:))
También de mi parte le das un beso a Mª JOSÉ y otro montón de ellos para ti y MARINEJA... que ella si que es profe :-)
Muaaaaaaaakss mi querido dibujante.
Nada, MARÍA, cuenta con que cumpliré tu mandado... que no soy político.
Besos.
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