jueves, 29 de enero de 2009

DORENCALFT Y 7.224


UNA CORTA HISTORIA INCALIFICABLE

- Un momento, Dorencalft, no puedo más; tengo que parar a quitarme las sardinas que llevo en los pies.

- Está bien, aprovecharemos para descansar cinco minutos mientra se saca esas sardinas de bota en salsa de alcaparras.

Los dos se dirigieron sonrientes hacia sendas rocas blandas, de las que salpicaban aquel imperecedero desierto de arenas verde esmerada, y que iban eclosionando tras un blooop.

- Ten cuidado 7.224... Dawkins, quise decir... ya sabes que estas arenas están infestadas de víboras, que por tener el mismo color de la arena del desierto, son muy difíciles de ver. Si ahora sacas las sardinas de dentro de tus botas...

No le dio tiempo a terminar la frase, las sardinas cambiaron de dueño, tal como Dorencalft pretendía vaticinar.

Dorentcraft sentía un cambio en el paisaje, aunque la luz de aquel sol seguía siendo la misma que cuando recabó en el sudor que empapaba la camiseta de su compañero: ora blanca, ora lila.

A Dawkins le pasaba algo similar, aunque de lo que más se había percatado era de los cambios de temperatura que, también a intervalos, experimentaba aquella extraña arena.

No había duda: la norepinefrina, la dopatina y la serotonina se estaban imponiendo a los estrógenos la testosterona, dando origen a una nueva fase. Sólo cabía esperar.

La sombra de una enorme ave rapaz rayada les cubrió por un momento; un tren a miles de kilómetros rompió el silencio al verse salpicado por la espuma de una gigantesca ola, que rompía desde y el acantilado cercanos.

Se rompió el tiempo.

Ni Dorencraft ni Dawkins sintieron ningún síntoma que pudiera asimilarse a los efectos de oxitocina ni de la vasopresina, por lo que, una vez el desierto volvió a asemejarse al del National Geografic, retomaron su camino.

Aunque, eso sí, de las orejas de ambos se podía ver como caía un hilo dorado de arena del desierto.

14 comentarios:

Mª Rosa Rodríguez Palomar dijo...

Este Juan surrealista que se pasea entre la crítica más dura hecha a la realidad que vivimos y estos espejismos de formas y colores imposibles, me recuerda a alguien que conoci una vez mientras caminaba por un puente también imposible.

En ese puente, habitado por especies de aves desconocidas que, de vez en cuando, se desprenden de alguna de sus plumas para regalárnoslas, el tiempo no se rompe como en el relato, sino que se inventa.

Se vé que la inspiración se ha ido a vivir a tu casa, me alegro y te felicito.

Un beso

TortugaBoba dijo...

EStoooooo.... ¿Qué has comido??? ¿TE ha dado mucho el sol en la testa? (gran sonrisa)
No me he enterado de nada. Pero el revuelo de colores me ha gustado. Se lee fácilmente y queda una sensación agradable.
Besito.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Bonito puente, ese que describes, para compartir; esperando que todos esos surjan y continúen, pero intentando evitar que al final nos salga arena, color arena, por las orejas.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Pues, si te queda un dulce sabor de boca, Tortu, como si hubieses comido unas tabletas de choco, a mí ya me satisface; que no siempre se consigue la sonrisa de un niño ni una flor para ofrecer a una dama (¡toma cursilería!!!).

TortugaBoba dijo...

Vivan las cursilerías :)

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

¿Aunque sea cursis, Tortu?

TortugaBoba dijo...

:P

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

:-O

TortugaBoba dijo...

:0)

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

¿Se te han hinchado las narices, Tortu? Es que yo no entiendo mucho de signos gestuales....

TortugaBoba dijo...

Fffffffffssssssssssss

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Veo que va en serio.

TortugaBoba dijo...

Y tanto...

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Tortuga gatuna y juguetona... (displicente, yo)