lunes, 29 de junio de 2009

MARISA


Marisa era abundante, abundantemente abundante; la envidia de cualquier muchacha que en la actualidad se somete al bisturí una y mil veces. Era como debía de ser para la vida que le esperaba. Era hermana de Felipe, al que doblaba en edad, igual que a su vecino Carlitos, que era, a su vez, compañero de escuela de su hermano. Era amable, hasta distorsionar todos los esquemas de Carlitos y de casi todos los muchachos de su barrio, en la época de los primeros sofocos y aún después. Era la mirada disimulada de sus profesores y la directa de quienes interrumpían una vez más sus ocupaciones callejeras. Era tal, que tal vez hoy resultaría excesiva en su abundancia... en sus abundancias, pero que en el momento de su eclosión juvenil, rayaba la perfección: era casi una diosa a la que venerar en tiempos de escasez de carne y carnes.

Marisa no tuvo puesta de largo. Marisa bailaba sevillanas. Marisa no tuvo puesta de largo, pero bailaba sevillanas. Marisa despertaba la admiración de quienes la miraban y admiraban bailando sevillanas, no le hizo falta la puesta de largo; no le hizo falta para que Miguel le diese su primer beso, tampoco le hizo falta, cuando su familia se trasladara más allá de los límites de los límites, en pos de una mejor colocación para su padre, y de que el señor Betancor quedase fascinado en la tercera. Marisa bailaba sevillanas y no le hizo falta la puesta de largo para nada.
Carlitos quedó triste, recordando, ya de por vida, cómo había visto a la muchacha romper el aire, ataviada con su falda de colay bailando un fandango en el rellano de su piso: él jamás la vio bailar sevillanas.

Ya no bailó más sevillanas. El señor Betancor, que le doblaba la edad, se encargó de ello, de asegurarle la vida -sin demasiadas comodidades, es cierto - y le ofreció su protección, junto a los tres –o quizá cuatro- churumbeles que engendraron.

Carlitos se pasó la vida imaginando a la muchacha trigueña bailando esas sevillanas que nunca llegó a ver y miles de versiones de ese fandango que sí tuvo ocasión de admirar. Cuando el paso del tiempo hacía tiempo que le había quitado el diminutivo a su nombre, supo que el señor Betancor no había dejado a Marisa en la posición holgada que todos suponíamos, que tuvo que hacer lo indecible para sacar a su prole adelante y que a aquellas abundancias tan deseables se le unieron otras menos deseables que le arrastraron hacia un destino inevitable.
A
Carlitos se pasó la vida imaginando a la muchacha trigueña bailando esas sevillanas que nunca llegó a ver y miles de versiones de ese fandango que sí tuvo ocasión de admirar.
A
Marisa fue una fiel alegoría de la fatalidad de otros tiempos.

14 comentarios:

Anónimo dijo...

Me alegra de haberme topado con este blog tan genial.

Saludos

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Gracias, Polidori, por tu visita y por tus comentarios que, aunque excesivos, animan.

P Vázquez "ORIENTADOR" dijo...

Lo cuentas tan bién que se pueden apreciar las abundancias de Marisa... y las escaseces de otras épocas que nunca fueron mejores... escepto por algunas abundancias.

Peggy dijo...

Marisa debia haber invertido sus "artimañas de mujer" en algo mas provechoso ...... quizás un joven ingeniero o un opositor a notaria..pero en la vida nunca se sabe ...siempre hay que volver a empezar desde cero después de cada revés ......

Sombras en el corazón dijo...

Se ve que Marisa eligió mal. "No es oro todo lo que reluce" dicen. Y no merece la pena sacrificar el tiempo de uno contentando a otro, por mucho dinero que tenga.

Un abrazo

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

desde luego,ORIENTADOR, veo que te has orientado bien.

Saludos.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Cuánto sabe usted de la vida, doña Peggy ("...siempre hay que volver a empezar desde cero después de cada revés ......"), aunque no siempre se pueda o se haya podido. No obstante, insisto:cuánto sabe usted de la vida, doña Peggy.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Te recuerdo, Sombras, que hablaba de otros tiempos, no mejores en todo, desde luego.

Anónimo dijo...

Pobre Marisa , la abundancia de lo que sea suele traer problemas , sobre todo si se es mujer y se baila sevillanas.

Firmado, (C.T. J.S.I)
Colectivo de Tetonas que en la Juventud bailaban sevillanas y se liaban con los más Inadecuados.


Besos.

TortugaBoba dijo...

Oye Juan, que me ha encantado el texto. Más Marisas tendría que haber con sus abundancias (no criadas en un McMierda, sino con platos llenos y nutritivos) y menos esmirriadas a las que les sobra pantalón.
El bailar sevillanas es toda una baza, te lo digo yo.
Pobre Carlitos. Joputa el Betancor.
Reyes, una artista, me estoy riendo que da gusto ;)
Muaksssssssssssssss

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

Jajajaajaaajaj Así, Reyes, que eres de la agrupación del C.T. J.S.I. Ya te vale...

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

MMMMMM... Lo siento Tortu, pero la verdad es que yo pretendía hacer un brindis porque esas "Marisas", ya se hayan extinguido casi; por todo lo que ha cambiado el mundo femenino.

Yo también me he reido con lo de Reyes... y sigo.

pepa mas gisbert dijo...

Como dices en un comentario, era otra época, menos mal. Y no lo digo por lo de la mujer abundante, eso no esta mal, cada una, cada cual con lo que quiera. Pero no hace falta conformarse con nada ni con nadie y se puede bailar lo que se quiera.

Saludos, un texto estupendo. Casualidades de la vida, mientras te escribo este comentario, veo que tu me has dejado otro. El mundo del blog es un pañuelo.

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

En esa época,Alma, no sé si cada uno podía bailar lo que quisiese. Me parece que Marisa no pudo.

Sí, talmente un pañuelo.