Los nacionalistas basan su concepción de la política en un principio de identidad. Si echamos un vistazo al diccionario, nos encontramos con las siguientes acepciones:
Identidad.
2. f. Conjunto de rasgos propios de un individuo o de una colectividad que los caracterizan frente a los demás.
5. f. Mat. Igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera que sea el valor de sus variables.
1) Con la primera definición topamos, como la famosa pareja literaria de manchegos, con el clero. Esta no nos sirve, o no les sirve a los nacionalistas, puesto que la cualidad de idéntico sólo la tiene cada ser o cada cosa respecto de sí mismo y, por tanto, siendo una condición intransferible no parece que se pueda aplicar colectivamente, sino a individuos concretos.
2) El segundo aserto es más ambiguo, pues se refiere tanto a individuos como a colectividades: en el caso individual el enunciado tiene lógica, pues, como ya he dicho antes, uno sólo es igual a sí mismo, frente a sí mismo o frente a los demás; pero en lo referente a lo colectivo, la cosa cambia, ya que aplicar ese carácter a más de un individuo, todos sabemos que sólo se puede hacer de manera metafórica y figurada, pues ni aun en los casos de los hermanos gemelos la identidad se cumple. Vamos, que es algo que desborda el rasero de cualquier mirada científica.
3) El tercer supuesto, siendo de una lógica aplastante, tampoco parece que se pueda aplicar al concepto de identidad perseguido por los nacionalistas: todos sabemos que somos nosotros mismos y no el prójimo... vaya que si lo sabemos...
4) La cuarta acepción es de un galimatías apto en exclusiva para filósofos, pero que tampoco parece aplicable a la identidad nacionalista.
5) Y la última definición, siendo las matemáticas algo que, según se dice, no fallan: no puede fallar. O sea, que si en un término ponemos una cantidad equivalente a la del otro término, se cumplirá la igualdad desde un punto de vista numérico, pero no identitario. Es decir: dos y tres cosas en un termino, pueden equivaler numéricamente, y sólo numéricamente, a los del otro término, pudiendo ser los del segundo término: uno y cuatro o dos y tres o uno y uno y uno y uno, así hasta cinco, pero eso nunca supondrá una unificación caritativa.
Pero, a pesar de todo esto, aun en el caso de que esas imposibles identidades fuesen probables, ¿cabe pensar en ellas el leitmotiv de una acción política? Sólo desde una visión de la más extrema de las derechas, se podría dar un sí como respuesta... o eso pienso yo mientras alguien no me convenza de lo contrario.
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