jueves, 24 de julio de 2008

EL NEGOCIO DE LAS LENGUAS

SOMOS UN PAÍS DE MAJADEROS
Las lenguas, instrumentos nacidos para poder facilitar la comprensión entre los humanos, parece que están cambiando su finalidad básica. Lo que otrora eran –y aún se resisten a seguir siéndolo- medios de comunicación, por la intromisión de unos cuantos desaprensivos, capaces de cualquier cosa con tal de lograr sus ambiciones personales, se está convirtiendo pura y llanamente en un negocio.

Es sin duda un buen negocio para los nacionalistas que, aprovechan la debilidad de cada gobierno, para reclamar más y más competencias y presupuestos, para desarrollar su función de gobierno autonómico; que ellos “venden” como mejor, por hallarse más cercano al administrado; aunque, como podemos constatar en la realidad, esto no se da obligatoriamente; en cambio lo que sí se da en un crecimiento cada vez mayor de políticos y funcionarios para sustentar ese sistema que, además, cada vez salen más caros a los contribuyentes.

Pero otra forma de negocio, quizá mejor, por revertir sus ganancias en las arcas generales, es el que podemos observar que se hace con la lengua inglesa. ¿Cuánto dinero moverá y cuanto ingresará en los principales países de esta lengua? Muy difícil de calcular si tenemos en cuenta que se beneficia desde un profesorado externo, que podemos encontrar casi en cada población, por pequeña que sea, en gran número de países a lo largo y ancho del mundo; hasta las clases que se dan –con las consiguientes estancias y todo lo que eso supone- en los países que tiene esta lengua como oficial; sin olvidarnos de todo el negocio paralelo que ese dominio idiomático conlleva: discos, libros, películas, venta de los más diversos objetos por Internet, etc. Todo hace suponer unas cifras multimillonarias de magnitud difícilmente calculable.

Nuestra lengua, el español, es la segunda lengua en número de hablantes en el mundo, por tanto, potencialmente, muy válida para competir en ese negocio y para obtener beneficios similares a los que genera el inglés para los países su comunidad de hablantes. Pero nos ha salido un cáncer; el cáncer de los nacionalismos que, mirando su interés egoísta, imposibilita ese otro negocio que podría ser enorme a escala mundial: Somos un país de majaderos.

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