HISTORIA DE UNA PRESIDENCIA, o casi.
Supongamos que a alguien bajito, feo, gafotas, calvo, con estudios básicos, sin ninguna facilidad de palabra ni ideas, con menos gracia que un guiri bailando fandangos y otras cosas más que me callo por no ser normalmente visibles, le hacen presidente de su escalera, de su comunicad de vecinos... ¡para darse con un canto en los dientes!, ¿no? Pues si a ese mismo elemento, que un día salió de su pueblo con una maleta de cartón o, más exactamente, con una mano delante y otra atrás, y con el currículum antes indicado le dicen de ser presidente de la Generalidad de Cataluña... ¡pues, nada, que se da con dos o siete cantos en los morros, vamos. ¡A quién le amarga un dulce!
Lo curioso de este curioso personaje no es que se haya hecho una carrera de la misma manera que se la hizo en su juventud, con una mano delante u otra atrás, no: lo curioso es que al aterrizar en Cataluña, y puesto que no iba a hacer ninguna carrera, por un lado, y que, por otro, iba a revestirse con el tiempo de un catalanismo capaz hasta de perseguir a los suyos por usar su mismo idioma materno, no estudiase profusamente catalán y, pasados unos cuantos –bastantes: sobre cuarenta- años, siga sin tener repajolillera de esa lengua.
Hombre, llegados a este punto, y aunque uno no simpatice mucho con nacionalismos, la verdad es que, para hacer honor a la verdad, hay que dar la razón a los nacionalistas cuando le acusan de destrozar su lengua, ¡hombre!, que al fin y a la postre es uno de los pilares, de sustentación de sus “teorías nacionalistas”, quizá al que más se acogen. ¡Hombre, que no se puede ser el mayor representante de una comunidad que quiere imponer su lengua con calzador –y a martillazos, si llega el caso- y todo un presidente, llamado “President”: ¡Menudo ejemplo!
Y, ¡hombre!, hablando de ejemplos: ¡Menudo ejemplo para los niños de hoy, hombres del mañana, que uno sin hacer esfuerzo alguno en aprender la “lengua propia de Cataluña” y menos en procurarse una formación académica sólida, sin ser un orador brillante y sin ningún otro mérito conocido, pueda ser Presidente de la Generalidad catalana! Pero eso sí, a catalán, vale, pero a catalanidaz – que diría ZP-... ni el Puig, ese.
Supongamos que a alguien bajito, feo, gafotas, calvo, con estudios básicos, sin ninguna facilidad de palabra ni ideas, con menos gracia que un guiri bailando fandangos y otras cosas más que me callo por no ser normalmente visibles, le hacen presidente de su escalera, de su comunicad de vecinos... ¡para darse con un canto en los dientes!, ¿no? Pues si a ese mismo elemento, que un día salió de su pueblo con una maleta de cartón o, más exactamente, con una mano delante y otra atrás, y con el currículum antes indicado le dicen de ser presidente de la Generalidad de Cataluña... ¡pues, nada, que se da con dos o siete cantos en los morros, vamos. ¡A quién le amarga un dulce!
Lo curioso de este curioso personaje no es que se haya hecho una carrera de la misma manera que se la hizo en su juventud, con una mano delante u otra atrás, no: lo curioso es que al aterrizar en Cataluña, y puesto que no iba a hacer ninguna carrera, por un lado, y que, por otro, iba a revestirse con el tiempo de un catalanismo capaz hasta de perseguir a los suyos por usar su mismo idioma materno, no estudiase profusamente catalán y, pasados unos cuantos –bastantes: sobre cuarenta- años, siga sin tener repajolillera de esa lengua.
Hombre, llegados a este punto, y aunque uno no simpatice mucho con nacionalismos, la verdad es que, para hacer honor a la verdad, hay que dar la razón a los nacionalistas cuando le acusan de destrozar su lengua, ¡hombre!, que al fin y a la postre es uno de los pilares, de sustentación de sus “teorías nacionalistas”, quizá al que más se acogen. ¡Hombre, que no se puede ser el mayor representante de una comunidad que quiere imponer su lengua con calzador –y a martillazos, si llega el caso- y todo un presidente, llamado “President”: ¡Menudo ejemplo!
Y, ¡hombre!, hablando de ejemplos: ¡Menudo ejemplo para los niños de hoy, hombres del mañana, que uno sin hacer esfuerzo alguno en aprender la “lengua propia de Cataluña” y menos en procurarse una formación académica sólida, sin ser un orador brillante y sin ningún otro mérito conocido, pueda ser Presidente de la Generalidad catalana! Pero eso sí, a catalán, vale, pero a catalanidaz – que diría ZP-... ni el Puig, ese.
3 comentarios:
Se ha vendido no por un simple plato de lentejas sino por, nada más y nada menos, que la presidencia de la Generalitat. No es moco de pavo para las expectativas que tenía.
De todos modos hacía ya tiempo que los generales del PSC Obiols, Maragall, Nadal... habían dado el paso al frente, es decir, asumir el nacionalismo, y lo único que han hecho los capitanes Montilla, corbacho, de Madre, Bustos, Zaragoza, Iceta... ha sido continuar la senda que, entre otras cosas, les podía reportar el poder en Cataluña. Y así lo han hecho.
Hombre, Ángel, ¿ya de vuelta a tu vida cotidiana? Bienvendo al mundanal ruido.
Tienes razón en que los amos del partido ya habían abrazado esa sacrosanta religión del nacionalismo. Pero o mucho me equivoco, o estos capitanes -que no dejan de ser peones en los jaqueles de los de "pata negra", les están haciendo el juego -por una buena cantidad de pasta- y que, cuando no los necesiten, les pintarán una diana en el culo y ¿¿zasss!!
Line of credit, I appreciate your words.
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