MUERTES EVITABLES
Desde el 28 de junio de 1960, hace 48 años, en que ETA asesinó por primera vez (Begoña Urroz Ibarrola), hasta su último crimen, a día de hoy (Isaías Carrasco Miguel), el número de victimas se eleva a 940; una cifra a todas luces escalofriante; un solo muerto sería demasiado y habrá que poner los medios necesarios para que cese esa macabra lista.
También habrá que poner coto a otra causa de mortandad masiva, pues sólo durante 2007, las cifras son brutalmente superiores, según los datos publicados en “El País”, un periódico poco sospechoso de ir en contra del Gobierno. Sea por el “efecto llamada” o por cualquier otra razón, no podemos mirar hacia otro lado, no debemos permitir que fallezca ni una persona más; he dicho persona, pues independientemente de cualquier otra circunstancia y por encima de todas ellas, quienes mueren en las pateras y cayucos, son personas.
“Según el informe que sobre la inmigración clandestina que cada año elabora la asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, en 2007 murieron 921 personas en su intento por llegar por mar a España. Ésta es la cifra oficial registrada por las autoridades españolas. Pero, según las estimaciones de los responsables del estudio, el número de fallecidos el año pasado ronda los 3.500 sólo en las costas andaluzas y canarias”. (Ver artículo)
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