LA DESFACHATEZ DEL IMPOSTOR MONTILLA

POR EL DINERO BAILA EL PERRO

No sabía cuanta razón tenía el joven Montilla, a sus 16, cuando, subido en una loma cercana a Iznájar, con el puño en alto y recortada su menguada figura –por carencia de yogures- contra un flamígero cielo, antes de su partida hacia tierras catalanas, pronunció aquellas históricas palabras: “A Dios pongo por testigo que seré el President de la Generalitat, aunque no deje títere con cabeza”. (Es de suponer que por aquellos entonces desconocía que en la lengua que le iba a ser propia 7 lustros más tarde, existía la palabra “charnego”, de lo contrario la hubiese hubiera usado en lugar de títere).

Y ya lo creo que lo consiguió. Un poco por ignorancia, pero lo consiguió, porque en su charneguez supina, no reparó en que eso no era políticamente correcto en un territorio que adquiría la calidad de “nación” en función, única y exclusivamente, de su lengua; una lengua impuesta por los romanos y su lanza, sí, pero que por váyase usted a saber por qué o, sencillamente por arte de birlibirloque, devino a pasar a propia, como surgida de la tierra, cual monolito kubrikiano.

De haber sabido por dónde iban a rodar las cosas con el paso de los tiempos, quizá hubiese seguido pasando, como de la mierda, de cualquier otro tipo de estudios, pero su lengua, la lengua de su corazón –y no digamos cuando la aprenda - ésa si la habría aprendido. Es más que evidente, estaba llamado a ser la niña leñadora de un cuento que se transforma en princesa, y ahí lo tenemos, sin lengua pero princesa hasta la médula: como en todo en esta vida, sólo hay que estar en el sitio oportuno en el momento necesario. Y en este caso, las familias que subrepticiamente –y no tanto- controlan Cataluña, precisaban de un charnego para gobernar su particular ínsula Barataria: y allí estaba él, sin corcel, pero dispuesto a joder todo andaluz y por extensión cualquier charnego que se saltase las normas; auque él, dada su ignorancia, se las tenía que saltar por fuerza. Por ignorancia y por “opción personal”; esa opción por la que a sus vástagos, siguiendo la tradición familiar, tampoco se les iba a enseñar en el liceo francés de mucho pago, en el que cursarían sus estudios.

Con todo ese curriculum a las espaldas, el de Iznájar ahora quiere que LOS INMIGRANTES HABLEN CATALÁN EN PÚBLICO, PARA SER UN SOLO PUEBLO. (Salamalekoum... i tant).