martes, 15 de abril de 2008

LOS FALSIFICADORES

CINE, PARA VARIAR


Una pequeña reconciliación con Hollywood y su primorosa Academy, no está mal, hasta para los mortales; hasta para este mortal al que la famosa academia cinematográfica ya hace años que no le sirve de aval.

Cuando voy al cine, desanimado y sin esperanzas, suelo delegar la elección de la película en mis acompañantes: ni una buena crítica, ni un deslumbrante cartel, ni un flamante premio, ni un sugerente reparto me invitan ya a nada. De esta manera evito el sentimiento de culpabilidad post-peliculil que me incitaría al suicidio, tras la mayoría de veces que ejerzo de espectador del séptimo arte.

Esta vez, la cosa no ha ido mal: acudí a ver “Los Falsificadores”, sin saber siquiera a qué film me iba a enfrentar; no quiero decir que no tuviese referencias de la película –que no las tenía-, quiero decir que entré en la sala sin saber qué película daban. Allí, mientras jugueteaba con mi pelo, mirando al techo, esperé a que se apagasen las luces.

Se apagarón y se encendieron las del proyector. Desde el principio me atrapó la fotografía, que es como la tarjeta de presentación y la clave de una película: participaba de un sabor a expresionismo alemán, o más exactamente austriaco-germánico, como le correspondía por el origen de la cinta, pero, además se le sumaban tintes que recordaban a autores gráficos judeo-rusos, también expresionistas, todo ello completado con una espeluznante evocación a las fotos que aparecieron en los 60’s, sobre el holocausto nazi. Incluso se puede encontrar alguna secuencia con claras reminiscencias de una película de Stanley Kubrick; una de ellas, concretamente, parece inspirada en “Senderos de Gloria” -si no recuerdo mal- pero, en mi opinión, supera a la original, a pesar de que Kubrick es uno de los directores que mejor usa la cámara.

Del protagonista (creo que se llama Karl Markovics), como personaje, creo que se puede equiparar, dentro del expresionismo al Nosferatu de Murnau y su actuación, más que notable.

El guión está bien construido y la parte anecdótica, también es consistente, esté o no basada en la realidad.

La música, aquellos a quienes les gusten los tangos podrán disfrutar de las estupendas versiones, responsabilidad de Marius Ruhland, que se entremezclan con algunas óperas y con “La Paloma”.

En resumidas cuentas, que la película de Stefan Ruzowitzky se puede recomendar sin temor. Por esta vez, ya lo he dicho estoy de acuerdo con la “Academy of Motion Picture Arts and Sciencies”, porque, según me informó uno de mis acompañantes, parece que este film ha recibido una estatuilla a la película extranjera.

2 comentarios:

Toma Pan y Circo dijo...

La verdad es que no la he visto, pero ahora estoy haciendo un trabajo de La lista de schindler y la verdad es que me ha resultado impactante. ¿y a tí?

MUY SEÑORES MÍOS dijo...

También, pero si estás haciendo ese trabajo, puede que te interese ver ésta también.