viernes, 1 de febrero de 2008

LA LIBERTAD POR DEFECTO


TODO TIENE SU FIN


Todo el mundo nace pobre, aunque nazca en una casa rica. Todo el mundo nace inculto, aunque nazca en casa culta. El rico y el culto no nace, se hace. Pero en el tiempo del “tanto tienes, tanto vales”, es muy fácil y frecuente confundir estos y otros conceptos.

A muchos les llega la “fortuna” (así con esas o con muchas más comillas): y la cosa puede ser peor, porque la confusión también puede tener esa misma deriva.

En cuanto a la cultura, en su versión personal, también llama a confusiones, ya que suele pensarse que es una pátina, cuando en realidad es un poso tras el contacto con esta misma, pero en la otra interpretación: la que debería ir siempre enjaezada con letras mayúsculas, para evitar confusiones nacionalistas y postnacionalistas. (He querido hacer esta última precisión, aunque parezca que no venga al caso).

“Poderoso caballero es don dinero”... pero, no le va a la zaga la cultura; ambos difíciles de atrapar y fáciles de perder, deslizándose por entre nuestros dedos, como si de materia líquida estuviesen conformados. Aunque, en realidad, ambos son de materia bien distinta: el uno, tangible, lo podemos atrapar; la otra, por más esfuerzos que hagamos, o nos atrapa ella, o no hay nada que hacer, no pasaremos de meros receptáculos, con posibilidad de emisión.

Hoy es un gran día: quien, tras haber conseguido la “fortuna” , ésta le ha gastado una jugarreta, pues le ha propiciado una ceguera, que ha confundido con su propia cojera, en la línea que nos advirtieron Alberti, Endrigo y Serrat –creo que por ese orden- y ofreciéndonos a los demás la libertad –allá cada cual- a suprimido la virtualidad, al escapársele la cultura por entre los dedos.

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